Trabajo en tres intervenciones distintas, cada una con un rol profesional específico y con objetivos claramente definidos: mediación familiar, asesoramiento ante el divorcio y coordinación de parentalidad. En ninguna de ellas ejerzo como terapeuta, sino como facilitadora de diálogo, planificación o toma de decisiones según el tipo de acompañamiento requerido.
La mediación familiar es un espacio estructurado de diálogo en el que ambas partes, con la ayuda de una persona neutral, pueden llegar a acuerdos importantes, especialmente en relación al convenio regulador (custodia, visitas, decisiones educativas, gastos, etc.). Es fundamental que estos acuerdos no se impongan, sino que se construyan desde el entendimiento mutuo y con el foco puesto en el bienestar de los hijos.
El asesoramiento ante el divorcio está pensado para quienes están atravesando o considerando una separación. A través de sesiones breves, ayudo a anticipar posibles conflictos, a preparar una comunicación cuidadosa hacia los hijos, y a organizar esta nueva etapa de manera consciente, minimizando daños innecesarios.
La coordinación de parentalidad, por su parte, es una figura intrajudicial. Está destinada a familias en las que el nivel de conflicto es muy elevado y donde la comunicación entre progenitores está gravemente deteriorada. En estos casos, mi función es facilitar acuerdos muy concretos sobre cuestiones cotidianas de la crianza, velando porque se cumplan las resoluciones judiciales y buscando siempre proteger a los menores del conflicto entre los adultos.
Aunque cada intervención tiene su propio marco y objetivos, en todas ellas el propósito común es ayudar a que las familias atraviesen este proceso de la forma más saludable posible, especialmente cuando hay hijos e hijas implicados.
